Sucede por lo general que al llegar a una playa se disfruta de su orilla. Sin embargo, llama la atención que no ocurra de esta manera al desembarcar en la Isla Cleopatra, muy cerquita de una de las ciudades más turísticas en Turquía: Marmaris, situada en el suroeste del país. Al alcanzar con la vista los pies de la playa, al contemplarla desde el caminillo de madera que alguien debió construir, una se maravilla con las variantes azules del mar que golpean la arena tran preciada, desde turquesa hasta un azul profundo. Es entonces, tras ese caminillo de vista espléndida, cuando debe dirigirse a la zona de las hamacas de madera verdes, alejadas de la arena. Se trata de la Isla Cleopatra: un lugar al que puede llegarse únicamente en barco, y que no tiene desperdicio ninguno.
Menos aún conocer por qué no puede tocarse su arena. En realidad existen diferentes teorías, pero la más extendida, es aquella que relata que el general romano Marco Antonio estaba tan enamorado de la egipcia Cleopatra que como muestra de su amor le habría regalado esta Isla, y debió ordenar traer grano a grano la arena para conformar esta playa exclusiva. De ahí, el nombre de la isla.
Las reglas restrictivas de esta exclusiva playa en Turquía
No se permite colocar toallas sobre la arena, incluso un guarda de seguridad vigila que nadie traspase la barrera que la acordona y tras salir de la playa para embarcar en el barco el visitante debe de ducharse para no llevarse consigo los granitos de arena. Cierto es que los granitos de arena son muy especiales: diminutas piezas de conchas creando una superficie muy delicada.
El bañador de las mujeres musulmanas
Común en este tipo de lugares suele haber aglomeración de turistas. Sin embargo, más allá de biquinis y bañadores cotidianos, pude observar de cerca los atuendos que utilizan las mujeres musulmanas para zambullirse en el agua sin descubrir su cuerpo y su pelo. Respetándolo, me produce curiosidad. Debe resultar incómodo sentir esa especie de forro de plástico mojado sobre la piel, y al verlas se plantea la pregunta hasta qué punto se sentirán incómodas.
El anfiteatro y el santurio Apolo de la Isla Cleopatra
Paseando después de un buen chapuzón sobre el camino de madera que alguien debió de construir, trozos de madera para carriles de trenes antiguos (deduzco), puede alcanzarse el anfiteatro que se conserva en la isla y el santuario Apolo. Hacía tanto calor que era imposible visualizarlo. Sin embargo, al hacer el pequeño recorrido encontré una imagen muy peculiar: un hombre rezando en dirección a la Meca a pesar de las altas temperaturas.
¿Conocías este lugar? ¿Qué te parece acudir a una playa y que su arena sea custodiada como si de un tesoro se tratara? Anímate y deja tu opinión en los comentarios 🙂
Como siempre excelentes los artículos sobre la arena en la isla Cleopatra y consideró que tienen razón se la Sirenita muy fuera de lo común tienen que cuidarla, jajaja y en cuanto al bañador de estas damas yo creo que deben estar muy acostumbradas a el, se ve incomodo, pero desde luego ellas ya lo aceptaron asi, muy buenos articulos,Saludos Josune que sigan tus exitos!!
Hola me encanta tu articulo sobre ese precioso país Turquía, seguiré de cerca tu blog y demás escritos sobre esta cultura milenaria, mil gracias excelente artículos, saludos desde Venezuela.
Muchas gracias Elsa. Un abrazo.