Atardeceres preciosos en Estambul

Pájaro que vuela libre en el atardecer precioso en Estambul desde el bar llamado Balcón, situado en Taksim, algo caro, pero con una terraza espectacular/ Taksim. Istanbul. J.M

Un vuelo a Estambul: la ciudad del bullicio, efervescente, sus idas y venidas, ciudadanos de todos los tipos, mujeres de todos los tipos, casas bonitas, feas, nuevas, antiguas.

Turquía es el país de lo viejo y lo nuevo, como si intentara tirar hacia delante, pero algo no se lo permitiera. 15 millones de habitantes apiñados entre dos lugares: Europa y Asia, entre el Bósforo que une y divide. Tal y como es Turquía: unión y división.

Recorrido Estambul-Amasra

Recorrido en autobús desde Estambul a Amsra, para que el lector se haga una idea del trayecto. Fuente: google maps.

Amasra en Turquía 

Un autobús desde Estambul: el país de grandes distancias. Esta vez, Amasra, al norte de Turquía, a las orillas del Mar Negro, que no es negro, ni parecía tan salado como lo esperado. Un lugar a unas seis horas en autobús desde la gran ciudad.

Si algo funciona bien en Turquía, es el transporte. Todo lo demás sobrevive al día. Multitud de líneas de autobús y compañías que concurren entre ellas, a diferencia de Euskadi, un kurdo me decía: ¡no tenéis democracia en Euskadi, solo tenéis una compañía de autobús! yo reía.

Inquietud del viaje en Amasra. Turquía

Curiosidad del viaje: se llega de noche, se ve superficialmente el lugar en modo nocturno y a la mañana se abre la ventana con la inquietud de qué se descubrirá. /Amasra. Turquía. J.M

vista panorámica Amasra

Vista panorámica detrás de un gran cara de Atatürk que había. Cada símbolo de él que veo me recuerda los problemas actuales del país. /Amasra. Turquía

lugar bonito Amasra, pero de edificios descuidados

Lado bonito 1 de Amasra. Un lugar muy bonito, pero de edificios descuidados. El Ayuntamiento debería de invertir en rehabilitación. / Amasra. Turquía. J.M

desayuno turco frente al mar

Desayuno turco frente al mar, cuyo ruido armonizaba. La obsesión por el árbol, que crece en distancia a solas, por ir allí. /Amasra. Turquía. J.M

árboles que crecen a solas en lugares bonitos de Amasra.

Árboles que crecen a solas en lugares bonitos rodeados de mar. / Amasra. Turquía. J.M

escaleras que bajan al Mar negro

Los colores puede que simbolicen el rechazo a las políticas del actual presidente de la República, Recep Tayyip Erdogán/ Amasra. Turquía. J.M

árbol con pintada de corazón en Amasra.

The tree of love: es realmente bonito bajar a un lugar que se percibe lejano, rodeado de un Mar Negro que no tiene nada de negro, y encontrarse un árbol con una pintada en forma de corazón. Vaya, el viaje. /Amasra. Turquía. J.M

corazón del Mar Negro. Amasra.

Descubrimiento bonito: el corazón del Mar Negro. /Amasra. Turquía. J.M

ensalada típica de Amasra.

La ensalada típica también es una sorpresa. Está muy rica. /Amasra. Turquía. J.M

Ver, sentir, oír, escucharte.
Salir del lugar cotidiano, ver otros parajes, dejarte llevar, en las horas del autobús, en buena compañía además, si es que con compañía se cuenta, y dirigirse a descubrir.

Un descubrimiento en sí mismo.

El viaje sucede, su esencia se siente. Una camina por la orilla de la playa del agua brava que es el Mar Negro, una ola llega y empapa hasta las rodillas. Impacta ver las olas, en comparación con el mar que tiñe Marmaris, al sureste del país, muy calmado. La risa sucede, cuando el agua empapa las medias, los calcetines y pone perdidas las botas.

Un pueblo de unos 5000 habitantes, en verano sube hasta los 50.000, según nos informaron. Caminas por la calle y los ciudadanos te ofrecen una habitación, un piso para alquilar. Parece que el turismo es el principal motor de la economía de este lugar.

En Amasra se deja sentir, la influencia del mar, que todo lo inunda: la calma del agua, el agua simboliza emoción, la dulzura de los desayunos en cafés que dan al mar, el disfrute de saber que se tiene todooo el día y no hay que estar pendiente del reloj. Los relojes se pararon en Turquía cuando el padre del país que está dejando de ser, un país de historia de sangre, cuya reputación tambalea ya, Atatürk, murió. Los relojes sin embargo parecen haberse puesto de nuevo en marcha, pero en una dirección diferente, tal vez necesaria. Eso también se piensa, en el viaje, cuando se escuchan conversaciones, se observan los gestos de las personas, se interpretan su silencio.

La mente vira, una piensa en el pasado, en qué ha hecho, cómo ha hecho, qué quiere hacer, después ya se verá, si la vida permite. Pero el viaje brinda esperanza, hacia el futuro, con los ojos puestos en lo positivo de que sí, el vaso está medio vacío, pero también medio lleno.

En Amasra, un pueblo pequeñito, con dos lados a la costa, el pescado está buenísimo, los fines de semana se llena de personas hartas del asfalto de Estambul y Ankara, el viento sopla con fuerza, la compañía es brutalmente placentera, mientras el mar dicta la vida.

 

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