Informaciones recientes muestran a mujeres kurdas luchando contra el Estado Islámico, resisten contra su amenaza en la ciudad kurda siria Kobani, las presentan como héroes: aquella combatiente muy joven, Arin Mirkan, apenas 20 años, que se inmoló para causar el mayor daño posible; debe doler que una mujer produzca bajas, ese ser de Estado Islámico utiliza a mujeres como esclavas sexuales, tal y como informa la organización no gubernamental Human Rights Watch (HRW), engendran horror, según informaciones de los medios e imágenes de decapitaciones de periodistas, personas. También la mujer kurda que lidera la resistencia contra ISIS en Kobane apareció en los medios, conocida como Narin Afrin.

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Rectificamos: Actualidad kurda nos ha indicado que las imágenes del vídeo no pertenecen a mujeres kurdas, pero aún así hemos decidido dejar el vídeo porque la información que se locuta nos parece interesante. Sentimos el error.

Turquía es un país de acostumbrada inestabilidad política: ahora en renovada tensión interna, que sufre además la amenaza de un posible contagio del conflicto en Siria, el reclamo de la población kurda en su reivindicación por ser visibles, y que Turquía ayude en la derrota del Estado Islámico por avanzar en territorio kurdo-sirio, que limita con el país. Sin embargo, Recep Tayyip Erdogán no parece muy dispuesto a ayudar, y el proceso de paz se tensa, con el riesgo de una vuelta a la guerra interna entre el gobierno que lidera el Partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP, en turco) y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK):

“La guerra es un elemento dinámico que cambia y forma la historia. La paz es el elemento estático que marca los tiempos de recuperación y preparación para una nueva etapa. Los libros de primaria están repletos de héroes de la historia: suelen ser militares, políticos fuertes, revolucionarios. Es muy difícil encontrar un héroe de paz, incluso los conceptos de héroes y paz parecen casi opuestos”. Se trata de un extracto de ‘El abecé de la paz y los conflictos. Educación para la paz’ escrito por John Paul Lederach.

A medida que más se conoce Turquía, una idea es más clara: si se nace hombre, se nace con la carga del servicio militar obligatorio y la necesidad de ser un macho men que nunca llora, de forma generalizada, pagar las cuentas, los gastos de la boda y aguantar. Si se nace mujer, en cambio, se nace con la carga de no ser fotografiada en demasiadas ocasiones, la presión familiar encima, en función de qué familia con más o menos posibilidades de desarrollo personal, y la protección, en vez de respeto y espacio, protección: necesidad de casarse y ser madre. Y aguantar… ni siquiera se tiene una cifra oficial de porcentaje real de violencia de género.

Según las informaciones oficiales facilitadas por el Instituto de Estadística de Turquía, el 39 % de las mujeres turcas han padecido violencia física en algún momento de su vida; [El Parlamento Europeo] está profundamente preocupado por la frecuencia y la gravedad de la violencia contra las mujeres, incluidos los crímenes de honor y los matrimonios precoces y forzados, así como por la ineficacia de las medidas existentes y por el laxismo de las autoridades turcas por lo que se refiere al castigo de los que perpetran delitos de género“, afirma el Informe sobre las perspectivas para las mujeres en Turquía de cara al 2020 elaborado por el Parlamento Europeo.

violencia hacia la mujer y desprotección policial
Si la violencia a la mujer entapona como si la persona de una botella se tratara, la desprotección policial las ahoga aún más/ Kadiköy. Estambul. J.M

El mandato social de proteger a la mujer

Relataba una persona de mi entorno en Turquía cómo su hermana se había trasladado al domicilio de su hermano porque los padres se habían ausentado de su casa. Pregunté por qué se había trasladado unos días a casa del hermano, al fin y al cabo, no es ninguna niña, sino que tiene unos 22 años, estudia en la universidad y tiene además novio, por lo que me vino a la cabeza la necesidad de privacidad de la pareja, que me imagino no tendrán mucho rato para estar a solas.

La actitud hacia la hermana pequeña siempre me ha llamado la atención: la madre sacó muchas fotografías, de unas 150 fotografías corresponderían a ambos hermanos, 10 solo a la hermana pequeña. La actitud respecto del novio de ella llama también la atención. Su aceptación exigía una reunión formal con ambos hermanos, que trataban de alargar en el tiempo, como sinónimo de respeto. Yo pregunté por qué se comportaban de aquella manera, qué problema había en que ella tuviera novio. Respondieron que él tenía que respetarla.

Este verano tuve la oportunidad de conocer a un modelo de mujer que previamente no puede conocer. De hecho recordé el libro de Carla de la Vega, El Harén de Estambul, donde muestra cuatro clases de mujeres en Turquía: musulmana que sufre los estragos de una sociedad laica que no le permite acudir con velo a la universidad ni ocupar ningún cargo público utilizando el velo (aunque la regulación de Erdogán ha cambiado parcialmente esta situación), la de una mujer sefardí (descendiente de los judíos expulsados de España y que Turquía los acogió), la mujer laica ajena a una vida religiosa y que persigue los cánones de belleza y la historia de una mujer fuertemente apaleada por su marido que huía de su familia porque quería simplemente separarse.

La chica turca que conocí era menudita, hablaba muy bajito, sonreía siempre, daba la impresión de que llevaba una buena dosis de hachís encima, e iba siempre implecablemente a la moda. Incluso en la playa, acudía con su maquillaje, los labios pintados de rojo y el bañador a la moda (parece que el biquini empieza a perder fuerza). “Qué guapa estás con esos pantalones” o “vaya, qué bien sienta el cambio de pelo”, y alargaba muchísimo la sonrisa, como signo de satisfacción, comentarios diarios que una entiende como la supremacía de la belleza, el estar siempre guapa, ser delgadita y vestir a la moda. La actitud respecto de la chica en el grupo de personas llamaba también mucho la atención: “es como mi hermana”, decían algunos. Se tendía a protegerla, como si fuera pequeñita y no tuviese autonomía.

personas en Hamburgo
En Turquía resalta mucho el contraste entre tipos de mujer/ Hamburgo. J.M

Asu es una joven que vive en Izmir, ciudad situada al sudoeste de Turquía, un lugar de fuertes tendencias hacia quien creó la actual República de Turquía, Atattürk, y si no fuera por su fuerte nacionalimo turco arraigado, podría decirse que se trata de una de las ciudades más abiertas, en lo que respecta a vida social, que puede encontrarse en Turquía (quizás, junto a las ciudades situadas en la costa como Bodrum o Marmaris, entre otras). Asu afirma que sí es cierto que las mujeres turcas viven bajo las protección de los hombres, cuando se le pregunta por las mujeres kurdas que luchan ahora en contra del Estado Islámico responde que “el hombre kurdo es más protector y celoso que el turco” y que solo “alrededor del dos por ciento de las mujeres kurdas procedentes de Diyarbakir luchan actualmente contra el Estado Islámico en Siria”.

Lo cierto es que no se sabe con exactitud cuántas mujeres kurdas procedentes de Diyarbakir o del Kurdistán Norte (=turco) luchan en este momento en Siria en contra del avance del Estado Islámico: cientos, miles, se ha llegado a afirmar que hasta 10.000 guerrilleras. En este sentido, hay que tener en cuenta que un buen número de los guerrilleros del PKK son mujeres, lo cual resalta mucho en una sociedad kurda de escaso desarrollo, debido a las condiciones de pobreza instauradas por los propios gobiernos de Turquía, aunque en este caso ciudadanos turcos advierten de que la pobreza proviene también de la presencia del PKK que destruye fábricas e instalaciones que el Gobierno, en su ceguera ante la identidad kurda, intenta implantar. En este caso de rifirafes de perspectivas, hay que tener en cuenta la distancia social entre turcos y kurdos que no ayuda a aclarar una perspectiva realista del conflicto.

mezquita de Eyüp en Estambul
Mujeres se agolpan en las escaleras de la mezquita de Eyüp, tercera en peregrinaje, para rezar. / Eyüp. Estambul. J.M

Signos de reivindicación femenina en Diyarbakir

“El subdesarrollo económico y social en las zonas menos desarrolladas de Turquía, así como los problemas derivados de la inmigración, la pobreza y las estructuras sociales patriarcales dominantes, agravan los problemas de las mujeres y minan su posición; solicita que se dé un mayor énfasis a la necesidad de considerar las disparidades regionales a la hora de abordar los derechos de las mujeres y de formular las políticas en consecuencia, no sin dejar de reconocer que, por lo general, las mujeres de origen kurdo todavía se enfrentan a más problemas y desigualdades; pide al Gobierno turco que se implique en todas las reformas necesarias y que coopere con los consejos locales para garantizar la igualdad de derechos a todas las mujeres, incluidas las de origen kurdo”subraya el Informe para las perspectivas de mujeres en Turquía de cara a 2020.

En Diyarbakir la vida se asimila mucho más a Oriente Medio. Colgaban en sus calles carteles con el signo femenino, en la manifestación del BDP (Partido político pro-kurdo) las pancartas llevaban también un signo femenino, en la televisión se veían manifestaciones de mujeres kurdas en reivindicación de sus derechos e incluso la candidata a la alcaldía de Diyarbakir era también mujer. Lo cual contrasta con las condiciones sociales. En la calle se respiraba hostilidad, pero sobre todo, represión social. Muchísima represión social.

Estábamos en casa, antes de salir a dar una vuelta. Una chica de mi edad quería ponerse una falda, pero era demasiado corta, se la cambió, se probó otro vestido, pero también resultaba un poco corto (llegaba por las rodillas). Pensé qué de tiempo se necesitaba para salir a la calle apropiadamente vestidas, aunque ellas afirmaban que no pasaba nada, que solo miraban y que de hecho se avergonzaban si una les contestaba.

Estábamos tomando un café en el distrito Office. En aquel momento caminaba un compañero suyo, ella decía que él era muy abierto, pero que como todos los kurdos, al casarse él salía a la calle, la mujer lo esperaba en casa.

La lucha social en violencia

El Partido de los Trabajadores del Kurdistán ha introducido la participación de la mujer en la lucha política, incluso en determinados segmentos de la población kurda, se empieza a asumir los derechos de la mujer, y la lucha del PKK es en todos los sentidos de la sociedad. Es en sí mismo revolucionario, el problema, en mi opinión, es hacerlo a través de la vía de la violencia, aunque aquí también es necesario recordar la violencia estructural en la que la población kurda se encuentra. Y la lucha contra el Estado Islámico podría enmarcarse en esa línea revolucionaria del PKK impulsada por Abdullah Öcalan.

“En las montañas junto a Öcalan recibían más respeto que en sus casas”, afirma Carla de la Vega, periodista y autora del libro mencionado sobre mujeres en Turquía, “allí con las filosofías marxistas había siempre más camino que recorrer para ellas que en sus pueblos donde estaban encarceladas en sus casas y siempre bajo la supervisión de los hombres”.

En este sentido, he encontrado un artículo que ha llamado mucho la atención. “Cada participación de las mujeres en la guerrilla es una expresión que demuestra que existimos y que buscamos liberarnos. Una mujer guerrillera está en la montaña porque se siente totalmente libre y porque vive una ruptura con su historia”, asegura Rengin Botan. Combatiente entrevistada por el autor Leandro Albani de este artículo.

Signo femenino como reivindicación de los derechos de la mujer
Signo femenino en pancartas desplegadas durante una manifestación del BDP- partido pro kurdo- en Diyarbakir /J.M

Un hito importante fue la estrategia utilizada por el partido pro kurdo BDP en el que presentaban a un buen número de mujeres candidatas en casi todas las circunscripciones municipales, lo cual no ocurrió en los partidos políticos restantes de Turquía. Una estrategia muy inteligente, en mi opinión, y muy necesario.

De hecho, al actual presidente Recep Tayyip Erdogán no debe de hacerle mucha gracia la línea que sigue el PKK en cuanto a la inclusión de los derechos de la mujer en una reinvidicación del respeto del pueblo kurdo, alejado de los mandatos del Islam, ya sea moderado o radical.

En ese ambiente de protección y opresión, llama la atención las mujeres kurdas combatientes. De la misma manera, salve las diferencias por supuesto, en Occidente en la lucha de los derechos de la mujer queda mucho camino por recorrer, el canon belleza y el canon de mujer moderna supone una esclavitud misma, y al hilo de la chica de los labios rojos que no sé hasta qué punto puede considerarse libre, me pregunto si no ocurrirá lo mismo con las mujeres kurdas combatientes, que acuden a una guerra, todas las guerras son odiosas, o a las montañas, vivan agarradas a un arma, el Estado Islámico las considere infieles, y su muerte o su participación en la guerra pueda utilizarse como una maldición contra ellos o como una liberación de los derechos de la mujer. Aunque como dice Asu, “desafortunadamente tenemos que luchar por la paz”.

La mujer siempre sale mal parada, ya sea por la protección que supuestamente debe recibir, ya sea por la heroicidad a las que se les condena.

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