Matrimonio infantil forzado
La niña espera a que su “marido” entre en la habitación/ Night of Silence

El sábado a la tarde, fui ver la película titulada Night of silence o, en su versión original turca, Lal Gece. La película se emitía en el teatro Victoria Eugenia dentro del XI Festival de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián. Me encanta el nombre del festival y la reivindicación de los derechos humanos a través del cine me parece una idea estupenda. El Festival no tiene tanto glamour y fama como el Zinemaldia, que se organiza en septiembre y al que acuden personalidades muy importantes, según la industria cinematográfica, pero a mí me gusta más el Festival de Cine y Derechos Humanos; abarca las historias de personas corrientes.


Night of silence muestra el matrimonio infantil forzado y reivindica, lógicamente, su erradicación. Rodeada en 2012 por el director Reis Celik, el nombre el inglés es muy acertado. No quiero convertirme en una spoiler que arruine la curiosidad de verla, pero las escenas discurren en una misma habitación, cubierto el suelo por las típicas alfombras turcas.

Las conversaciones entre la niña que, apenas tiene 14 años, y el hombre, excesivamente adulto para ella, de unos 50 años (no se dice explícitamente), giran en torno a una cama que se sabe se utilizará en algún momento.

El que las escenas discurran alrededor de esa cama genera mucha tensión. Aunque a mí personalmente, la película me pareció algo lenta y muy centrada en esa noche de bodas, pensando que quizás abarcaría la vida cotidiana tras el enlace, muestra muy bien cómo la protagonista es tan solo una niña y cómo él es un prácticamente un abuelo, recreando un contraste entre ambos que genera también mucha tensión.

Uno de los aspectos que más me sorprendió es que, sabiendo de antemano que la película trata el matrimonio infantil forzado, se espera que la niña sea la víctima del fenómeno y el hombre el verdugo.

Sorprende, sin embargo, el tratamiento de ambos protagonistas: ninguno de los dos ha consentido en la celebración del matrimonio y se deja muy claro que él también es presionado por un modelo social que prioriza en el honor de la familia y la presión de la misma.

Pregunto a jóvenes turcos si allí el matrimonio infantil forzado es legal. Me dicen que ahora no, pero que de vez en cuando suele ocurrir en la sociedad kurda. Los turcos a los que yo tengo acceso describen a los kurdos como muy machistas, y en más de una ocasión, me han contado que suelen casar a las kurdas cuando aun son muy muy jóvenes. Yo escucho y callo, conozco a kurdos pero no les he preguntado sobre el asunto y sé que  los turcos les tienen algo de manía, por lo menos los que yo he conocido.

En España, la edad legal para casarse es los 14 años, con consentimiento del juez. Llama la atención que a los 14 años se pueda contraer matrimonio y que, ahora, bajo el mandato de los conservadores populares, vaya a reformarse la Ley (contra) el Aborto, relegando a la mujer en su legímita capacidad de decidir si quiere o no tener un hijo, más allá de lo que las instituciones tradicionales puedan opinar.

Tras la película, sin que tenga una relación directa con el matrimonio infantil forzado, cuya existencia repugna, una amiga me preguntó cuántas personas se casan en España blindadas por el sistema. Lo socialmente aceptado es casarse y tener hijos.

Ciertamente también es forzado, me imagino que ocurre muchas veces, aunque muy alejado del matrimonio infantil forzado, que niega la infancia a la chica por el hecho de ser chica, que mezcla tradición de la mala y honor sinsentido de la familia y que esclaviza a ambos integrantes que no consienten en lo que debería de ser un acto de amor libre.

Antes de la película, pudimos ver también el corto “Alfombra Roja” que trata sobre las condiciones de vida de un suburbio de Bangladesh, protagonizado por la niña india adolescente que fue a los Oscar en Hollywood. Ella sueña con ser actriz. El documental muestra las condiciones de vida de ese suburbio, lleno de basura, niños correteando entre las chabolas, pobreza por todos los sitios y una esperanza de vida corta, sin una esperanza también de futuro digno.

Llama la atención que viendo este documental una se plantea la burbuja en la que vivimos.

Llama la atención que participando en un Festival de Cine y Derechos Humanos, una es consciente de los directores de cine y documentalistas que intentan reflejar una realidad que vulnera e infrige derechos humanos. Nosotros podríamos ser los protagonistas de esas películas. Una vuelve a preguntarse, como cuando estuve en Bolivia y pude ver de cerca el término “pobreza”, por qué una persona nace en un sitio y otra en otro.

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