En mi primer viaje a Estambul, mi compañera de aventuras y yo queríamos visitar un Hamam (baño turco) en la zona de Taksim, no lo encontrábamos por ningún lado, así que después de una larga caminata decidimos preguntar en la calle y un ciudadano nos advirtió que él conocía únicamente en esa zona un baño turco para gays. Nos quedamos con las ganas. Momentos antes de empezar a escribir este post, que trata sobre el relax que se siente en el Hamam que visité en Izmir, he hablado con el blogger de Planeta Estambul y me ha comentado también lo del hamman para gays, así que debe haber unos cuantos.

También me ocurrió que durante el viaje que hice al este de Turquía el pasado septiembre, Diyarbakir-Batman-Mardin-Hasankeyf, durante la visita que hicimos a Mardin, un pueblo realmente precioso, caminábamos por las calles y veíamos a muchas mujeres cubiertas. De repente nos topamos con un cartel que ponía Hamam. Mi compañera de aventuras de este viaje me invitó a que entráramos, y una vez dentro nos topamos con muchas mujeres desnudas caminando por el interior del Hamam en absoluta libertad. Aquello me llamó mucho la atención.

Vista de Mardin
Vista de Mardin, un pueblo situado a 60 kilómetros de la frontera con Siria y 160 más o menos de Irak. Las casas cuelgan en una vista alucinante/ Mardin. J.M
Vista de Mardin
Vista desde arriba con el horizonte en los ojos/ Mardin. J.M

Después, en los comentarios en torno al Hamam, he escuchado que las despedidas de solteras se celebran allí o que la madre del novio lleva a la novia para que pueda verla en prendas interiores.

Visitar un Hamam se trata más bien de una limpieza interna y externa, pienso yo. En esta ocasión, me acompañó un amiga turca, tenía tiempo libre y así de paso no me cobraban un precio diferente por ser española. Fuimos a un barrio muy conocido en Izmir que se llama Karsiyaka. A escasos metros del metro se encuentra el Hamman, un edificio muy antiguo, y pequeñito. Parecía que estaba cerrado, pero llamamos a un timbre y mi amiga dijo algo en turco. Entramos. Había una especie de sala muy grande con una fuente en medio, varias señoras en ropa interior sentadas en un banco y una señora con unas tetas enormes mirándonos.

Detrás de la fuente, había unas escaleras que daban a una especie de planta segunda donde cada visitante cuenta con su propio vestidor. Nos desvetimos allí (no es necesario utilizar biquini, con una simple braga es suficiente), volvimos a bajar a la planta principal y entramos a través de una puerta a una especie de sala dispuesta con diferentes cuartos donde hacía calor, pero tampoco como en una sauna. Los techos eran bóvedas que contaban con pequeñas aperturas donde entraba la luz, las paredes y los suelos de mármol, en el suelo había una especie de alcantarillado donde corría el agua, también de mármol, había vapor pero tampoco en exceso.

Nos condujeron a un cuarto muy grande, donde en el centro había una especie de mesa rectangular (también de mármol), varias chicas tumbadas en ella mientras dos mujeres las frotaban de arriba abajo. Nos adjudicaron un espacio en el que había una fuente de mármol también provista de dos grifos, uno super caliente y el otro super frío.

Una vez allí, con ayuda de un recipiente de plástico una se moja todo el cuerpo, al gusto de cada cual sobre mezclar más agua fría o caliente, hasta que la señora te llama para que te tumbes en la gran mesa y allí te fronta fuertemente quitándote toda la piel muerta (sale muchísima). Después vuelves a tu espacio para limpiarte la piel muerta hasta que la señora te llama nuevamente para darte un masaje con champú en todo el cuerpo. El masaje es algo ligero, acompañado de fuertes golpes en la espalda.

Una siente volar. Se percibe la piel abierta, limpieza en ella, como si la energía se hubiera renovado.

Es sin duda una de las cosas positivas de Turquía, como si expresa la ternura de las personas y la importancia del contacto, de sentirse limpia. Es cierto que en Turquía las personas son de mucho contacto, una pasea por las calles y ve a los chicos agarrados de la cintura o la mano, no todos, pero sí algunos, son muy de contacto. Incluso en la lengua turca tienen muchísimas expresiones como “cariño”… y las utilizan continuamente.

Sirince, al lado de Selcuk y Efes
Un pueblo muy próximo a la ciudad de Selcuk, en las cercanías de las ruinas Efes/ Sirince. J.M
Sirince
Un pueblecito entre las montañas/ Sirince. S.Senyurt

Sirince, el pueblo entre las montañas

Después del Hamam intenté, en buena compañía, ir a ver las ruinas de Efes, que se sitúan como a 70 kilómetros de Izmir, pero nos fue imposible llegar porque cierran pronto (para las seis de la tarde), así que fuimos a un pueblo llamado Sirince, especializado en vinos (una botella costaba 40 liras, unos 20 euros, el euro ha bajado) y en mitad de las montañas.

Una entiende, en contraste con Estambul, los miles de matices que tiene este país.

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